martes, 18 de enero de 2011

Preciosa historia sobre el Buda




El rey Bibimsala de Magadha decidió honrar la visita de Buda con un Festival de Luz. Las casas se pintaron de nuevo y las calles fueron engalanadas con guirnaldas de flores. Pero lo más hermoso de todo fueron las miles de lámparas de cobre alineadas en la calle principal, formando un fantástico túnel de luz por el que Buda iba a caminar.
En aquella ciudad vivía una dama anciana que, aunque era muy pobre, sin embargo era rica en su amor por Buda. Sólo poseía una vieja y agrietada lámpara de arcilla, y había hecho una mecha de un pedacito de su sari, pero no tenía dinero para comprar combustible para la misma. Un amable tendero se apiadó de ella y le ofreció el aceite suficiente para encender su lámpara, pero sólo durante un corto periodo de tiempo. Entusiasmada, ocupó su lugar al borde de la calle mirando expectante hacia las puertas por las que había de hacer su entrada aquél a quien ella tanto quería..
Cuando llegó el crepúsculo, Buda apareció seguido del séquito de sus discípulos, caminando silenciosamente con sus pies desnudos en la suave arena. La cara del rey despedía orgullo al contemplar el brillo de las lámparas a lo largo del camino. Pero su delicia se convirtió rápidamente en horror cuando una ráfaga de viento penetró a través de las puertas, extinguiendo todas las lámparas menos una, la agrietada lámpara de arcilla, cuidadosamente protegida del viento por una anciana.
El Buda se paró delante de ella. Cuando la anciana se arrodilló para recibir su bendición él dijo a sus discípulos: “Observad a esta mujer detenidamente. Nada puede extinguir su luz gracias al poder y la fuerza de su devoción. Mientras las disciplinas espirituales se practiquen con la clase de amor y dedicación que esta mujer tiene, la luz del mundo nunca se apagará”.

Mansukh Patel

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